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¿Podría aplicarse en Chile? Cómo Francia enfrentó las demandas de los Chalecos Amarillos en ese país

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Ambos fueron inesperados, se gestaron tras un alza de tarifas y terminaron por convertirse en verdaderas catarsis sociales que englobaron demandas mucho más profundas y postergadas en el tiempo. Son varias las similitudes que se pueden establecer entre el movimiento de los chalecos amarillos de Francia y el denominado estallido social en Chile, aunque también diferencias.

El 17 de noviembre de 2018, tras el anuncio de un alza en el impuesto al combustible, se inició una escalada de manifestaciones que se extendió por todo Francia y que, según cifras del propio gobierno de Emmanuel Macron, llegaron a congregar a más de 287 mil personas -usando chalecos de seguridad amarillos- en un total de 2.034 lugares del país en su primera jornada. Tras esto, y hasta la actualidad, las protestas se organizaron los días sábado.

Múltiples demandas

Pese a no tener líderes visibles, a través de este movimiento comenzaron a reivindicarse demandas sociales no circunscritas a la causa principal. En medio de la radicalización de las protestas a nivel nacional -sobre todo en París- el pueblo francés hacia alusión a una pérdida de poder adquisitivo y al sentimiento de abandono en regiones. Se comenzaba a pedir la renuncia de Macron.

Macron y Piñera

En un primer momento, el Jefe de Estado francés mantuvo su idea de aplicar el polémico impuesto, lo que potenció las manifestaciones y la violencia en varias de ellas.

Eso hasta que el 5 de diciembre anunció la suspensión del aumento en el valor del combustible, medida similar al retroceso en el alza del pasaje de Metro anunciado por Piñera el 19 de octubre pasado. Ambas medidas fueron insuficientes para aplacar el descontento social.

«Ambos movimientos fueron creciendo en el número de demandas y los gobiernos enfrentaron una acumulación de las mismas. También se advirtió la lentitud del Ejecutivo en reaccionar, atacando la causa inmediata asociada a combustibles o transporte. A ambos gobiernos les costó procesar las demandas más gruesas», señala a Meganoticias el cientista político Mauricio Morales.

Cambio de tono

El 10 de diciembre, a través de un discurso transmitido a toda la nación, el Presidente galo mostró un cambio en su actitud inicial, avanzando a una más conciliadora y anunció un aumento en el sueldo mínimo, junto con la disminución de impuestos en el pago de horas extras y en las pensiones de menor cuantía. Algo asemejable a la Agenda Social que se impulsa en Chile.

El 15 de enero, con las manifestaciones aún en desarrollo, Macron envió una carta abierta en la que invitó a todos los mayores de 18 años a participar del «Gran debate nacional», un proceso de consulta ciudadana centrado en cuatro temas: impuestos, organización del Estado, democracia ciudadana y transición ecológica. En Chile, el Gobierno anunció la realización de los «Díalogos Ciudadanos».

El mecanismo se extendió por dos meses en Francia y se registraron 10.134 reuniones locales, 1.9 millones de propuestas en línea y 16.000 cuadernos de queja. En total, 629.220 páginas digitalizadas por empresas a las que se les encargó el manejo de los datos recibidos por parte de los 1.5 millones de participantes. En paralelo a esto, Macron recorrió todo el país reuniéndose con alcaldes y algunos foros.

Políticas adoptadas

El 25 de abril, en una conferencia que se extendió por tres horas, el Presidente dio a conocer las políticas que adoptaría en respuesta a los resultados del Gran Debate. Entre estas se encontraba la reducción en el impuesto a la renta para las clases medias, un considerable aumento en las pensiones, además de un plan de descentralización.

El paquete de medidas anunciadas por Macron, sumado a su cambio de actitud lograron calmar, en parte, los ánimos en el país. Incluso, pudo recuperar parte de la popularidad que perdió durante los momentos más complicados de la crisis.

¿Solución?

Pese a esto, para la doctora en Estudios Europeos y académica UDP, Beatriz Hernández, las políticas adoptadas no fueron suficientes. «No ha habido realmente una solución en Francia, el Gobierno ha sido incapaz, a pesar de toda esa producción de proceso consultivo a la ciudadanía. Todavía no ha sido capaz de hacer grandes reformas a más de un año», señala en conversación con Meganoticas.

«Los chalecos amarillos más radicales dijeron que las medidas no sirvieron para nada, que faltaba un montón. Pero los menos radicales si aceptaron gran parte de esas propuestas», añade la socióloga francesa Emmanuelle Barozet.

Pérdida de fuerza

Adicionalmente, la académica del Depto. de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Uchile, señala otros motivos por los cuales el movimiento de los chalecos amarillos perdió fuerza. Entre ellos, la falta de liderazgos en su interior, los malos resultados de las listas que postularon a las elecciones europeas de mayo pasado, la llegada del verano y la violencia por parte de grupos extremos.

Incluso Greta Thunberg influyó en la pérdida de protagonismo del colectivo. «En Europa, entre febrero y mayo, cuando comenzó la huelga de los escolares liderados por Greta, el tema ambiental se impuso en la campaña e hizo retroceder a los chalecos amarillos, que ya iban en bajada», detalla Barozet.

 

Diferencias

Los tres académicos consultados por Meganoticias coinciden en que tal como hay similitudes, también existen diferencias, principalmente en cuanto al contexto de cada país, el tipo de manifestaciones (en Francia fueron solo los sábados), la fuerza militar y policial utilizada, además de la profundidad de las demandas.

«En Chile las exigencias ciudadanas son muchísimas, es un monstruo de muchas cabezas. Son distintas y requieren de una transformación muchísimo más profunda de lo que quiere Francia, que ya es un modelo de bienestar, acá se pretende avanzar hacia un modelo de bienestar», explica Hernández.

Finalmente, la profesional francesa recalca que en su país no existe un problema con la Constitución, en referencia a una de las principales demandas surgidas del estallido social chileno. «Hay, además, una regulación del sector privado que si bien tiene sus problemas, no es tan abusivo como el sistema en Chile», dice.

Fuente: Meganoticias