Por Cristóbal Bellolio
Fue una de las recomendaciones de la Comisión Engel: que todos los partidos transparenten sus registros para acceder a fondos fiscales y accesos a la papeleta. Los legisladores la transformaron en ley. Están cayendo en cuenta que re-fichar a los militantes era más difícil de lo esperado. Que, efectivamente, los padrones estaban inflados. Que la gente dispuesta a ponerse la camiseta del partido es poca. Las razones son diversas. El problema es que el plazo fatal para presentar las 18 mil firmas se acaba en algunas semanas… y hay varias organizaciones emblemáticas en la pitilla.
Según el último cómputo, pocos han llegado la meta. El PS va punteando. También habrían cumplido el requisito Evópoli y el PRO. Lo llamativo es que partidos hechos y derechos, clásicos del Chile post-Pinochet, la están viendo verde. Renovación Nacional no llega a los 10 mil. La UDI va por los 7 mil. Ídem los comunistas. El PPD no pasa los 6 mil. Si la campana estuviera tocando, todos estos partidos quedarían privados de plata y derechos de representación. No podrían, entre otras cosas, presentar candidaturas presidenciales o llevar lista parlamentaria propia.
No es menor. Don Ricardo Lagos hace campaña en circunstancias que el partido que lo proclamó –el PPD- podría ni contar con la habilitación legal para llevarlo a primarias. En la derecha, Evópoli acaba de trollear a sus socios de coalición ofreciendo su condición de partido legal para patrocinar las candidaturas de Piñera y Ossandón, además de la de Felipe Kast, para las virtuales primarias. Un acto de ‘generosidad’ que envuelve una sutil venganza por las tantas veces que la UDI y RN los han ninguneado.
Los partidos tradicionales tienen dos estrategias de resistencia. La primera es cuestionar los números del Servel. Quizás, el trabajo del organismo ha sido desprolijo. Puede haber algo de verdad en ello. Pero es como alegar una tarjeta amarilla. La segunda es bypassear al Servel y sacar una ley express para bajar los requisitos. La clásica legislación ad-hoc. No suena muy decente, si de verdad los congresistas están interesados en mejorar su índice reputacional.
La lección provisoria que estamos sacando es que en condiciones de estricta igualdad y regla pareja, los viejos partidos –que prácticamente monopolizan la representación- parecen más chicos de lo que indican los escaños. Y que el bloqueo a la entrada de nuevos competidores no está motivado por consideraciones de estabilidad sino por miedo a perder una tajada de poder.