Yo trabajo, propongo y convenzo”, dice con una perenne sonrisa. Acaba de cambiar su cuartel electoral de la torre Montparnasse, donde tenía de vecino al izquierdista Benoît Hamon, al 99 de la calle L’Abbé de Groult, muy cerca del partido de Fillon. Los dos le han dado suerte y ahora navega a plena potencia rodeado de 200 colaboradores —“la mayoría voluntarios”, dice— que ocupan tres plantas del edificio.
La sucesión de carambolas comenzó con la renuncia de su mentor, el socialista François Hollande, a sucederse a sí mismo, con lo que le dejó campo libre. Continuó con el triunfo en las primarias de François Fillon, del ala más derechista de Los Republicanos. Y ha seguido con el éxito de Hamon, del ala radical del Partido Socialista, elegido también en primarias.
“Fillon es muy de derechas. Hamon, muy de izquierdas. Por eso se nos unen personas de la derecha social, europea y liberal y personas de la izquierda pragmática”. Las primeras hubieran preferido al moderado Alain Juppé. Las segundas, al socialreformista Manuel Valls. Los dos perdieron y echaron a muchos votantes en brazos de Macron.
Lo cuenta por teléfono Benjamin Griveaux, número tres en el organigrama de En Marche!, que lidera Macron. Él mismo procede de las filas socialistas —fue consejero del exdirector del FMI Dominique Strauss-Kahn— y ahora controla la exitosa estrategia de comunicación. “La división entre izquierda y derecha está superada”. Asegura que, tras de la eliminación de Valls, en 24 horas se unieron a En Marche! 5.000 personas. Son ya más de 160.000 en total.
“La doble militancia está permitida”, recuerda un ayudante de Richard Ferrand, secretario general pero también diputado del Partido Socialista. Medio centenar de parlamentarios, la mitad del PS, tienen hoy esa doble militancia.
Sin acabar de sumarse, otros dirigentes socialistas repiten en alto su admiración por el osado social-liberal para algunos, centrista para muchos, o de derechas para otros.
Una opinión valiosa es la del socialista Aquilino Morelle, con quien coincidió Macron como asesor de Hollande en el Elíseo entre 2012 y 2014. “Es un liberal. Nunca ha estado en el PS. El liberalismo es minoritario, pero la gente puede acabar votando por algo nuevo porque cree que la izquierda y la derecha hacen lo mismo”, comenta Morelle en un hotel junto al bulevar Saint-Germain.
No al PS ‘bis’
Incluso algunos próximos a Hollande están muy cerca del sorprendente candidato. Es el caso de la ministra Ségolène Royal, excompañera de Hollande y ahora confidente del exministro.
Hasta esta semana, para Macron el objetivo a batir era Fillon para poder pasar a la segunda vuelta de las presidenciales. El líder conservador ha ocupado la primera o la segunda plaza en las encuestas alternándose con Le Pen. El miércoles cambió todo. Los sondeos mostraron por vez primera la caída de Fillon por los irregulares pagos parlamentarios a su esposa y a sus hijos.
El enarca—procente de la ENA, el centro público de formación de funcionarios franceses— y exbanquero de Rothschild Macron desembarcó este sábado en el palacio de deportes de Lyon ante más de 10.000 personas, toda una demostración de fuerza. Ahí ha coincidido este fin de semana, y no por casualidad, con Le Pen, que entra en campaña. Es el cara a cara buscado.
Importantes empresarios como Didier Casas, director general de Bouygues; prestigiosos economistas, como Jacques Attali o Jean Pisani-Ferry; promotores de start-ups, intelectuales, pensadores… Macron se ha convertido en un polo de atracción. Incluso teme morir de éxito. “No queremos un PS bis”, reitera el secretario general Ferrand a la vista de tantas adhesiones socialistas.