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Liberales y conservadores

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[MÉXICO] En el fondo de la disputa entre las dos ideologías, liberales y conservadores, que han dominado la vida política nacional se halla la libertad, de acuerdo con nuestro columnista.

Algo deben tener los términos “liberal” y “liberalismo” que todo el mundo se los pelea. Y con razón. La libertad es una de las aspiraciones fundamentales del ser humano. Por eso Benjamin Franklin sostenía: “Donde está la libertad, ahí está mi país.” El liberalismo es, y debe ser, la filosofía y la práctica de la libertad.

Es tan atractivo el concepto del liberalismo que incluso quienes se oponen a las libertades individuales quieren ser identificados como liberales. La mayoría de los políticos, sin embargo, incluso los que afirman ser liberales, rechazan la filosofía de la libertad.

Desde un principio los liberales defendieron la capacidad de los individuos para oponerse a los designios del monarca. Los conservadores, en cambio, sostenían que el monarca debía tener preeminencia sobre los gobernados, ya que su poder provenía directamente de Dios, y que el pueblo necesitaba un gobierno fuerte para mantener la paz.

El inglés John Locke fue el primer pensador en impulsar una filosofía liberal. Mantuvo no sólo la preeminencia de los derechos individuales sobre los colectivos, representados por el monarca, sino que entendió que la propiedad privada es esencial para proteger esos derechos individuales. Adam Smith, con su concepto de la mano invisible del mercado, Jeremy Bentham y John Stuart Mill avanzaron los conceptos del liberalismo.

Es tan atractivo el concepto del liberalismo que incluso quienes se oponen a las libertades individuales quieren ser identificados como liberales.

En México, los liberales del siglo XIX, como Benito Juárez, adoptaron los principios del liberalismo británico y estadounidense y defendieron los derechos individuales sobre los colectivos, el libre comercio sobre el proteccionismo, y la propiedad privada sobre la colectiva, como la que acumulaban la Iglesia y las comunidades indígenas. La amortización de los bienes de manos muertas eliminó las propiedades de estas corporaciones.

Los liberales impulsaron la constitución de 1857 que establecía como fundamental el derecho a la propiedad privada. Los constituyentes de 1917 pretendieron originalmente hacerle unas modificaciones, pero al final promulgaron una nueva constitución proteccionista, nacionalista y conservadora. La “Nación” se convirtió en el nuevo monarca, con poderes para hacer y deshacer. Se le hizo la dueña original de todo, como en las viejas monarquías absolutistas, lo que redujo la propiedad privada a una mera concesión del gobierno. La Constitución de 1917 también restableció la propiedad comunal, a través del ejido, descartada por los liberales

Durante buena parte del siglo XX México vivió un régimen conservador, con un gobierno de partido único, que por una parte restringía libertades individuales y por la otra otorgaba subsidios y dádivas para comprar conciencias y lealtades. Octavio Paz lo llamó el “ogro filantrópico”. Poco a poco se empezaron a dar reformas políticas y económicas que democratizaron la vida política y liberalizaron la economía. Para el año 2000 se registró la primera alternancia democrática en la Presidencia mientras que la economía nacional se abrió al comercio y a la inversión.

Quizá sea inevitable que la política se mueva como péndulo. Después de años de liberalización, estamos viendo el retorno de las políticas conservadoras. El nuevo presidente Andrés Manuel López Obrador quiere regresar a la economía cerrada, al país que sólo debe consumir lo que produce. Está impulsando también el retorno a los subsidios y las dádivas, a los controles del gobierno sobre la vida económica. Ha promovido incluso una cartilla moral y una constitución moral, proyectos profundamente conservadores.

López Obrador, sin embargo, se define a sí mismo como liberal y culpa al “neoliberalismo” de todos los males del país. Es tan grande el atractivo de la filosofía de la libertad que hasta los conservadores se presentan como liberales.

Quizá sea inevitable que la política se mueva como péndulo. Después de años de liberalización, estamos viendo el retorno de las políticas conservadoras.

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