Desde que a mediados de noviembre estalló en Francia la crisis de los chalecos amarillos, Brigitte Macron (65) se deja ver poco en público. Cuando su marido, Emmanuel Macron (41), fue elegido presidente en mayo de 2017, Brigitte prometió que no iba a dejarse encerrar en el Palacio del Elíseo, sin embargo, en los últimos dos meses la primera dama apenas ha salido de su residencia, situada en el número 55 de la calle del Faubourg Saint-Honoré. Los Macron se quedaron estas Navidades sin ir a esquiar por culpa de los chalecos amarillos, el movimiento social que exige, entre otras cosas, la dimisión del presidente y el aumento del poder adquisitivo de las clases media y baja francesas. De cara a la opinión pública, no quedaba bien la imagen del presidente de vacaciones deslizándose por las pistas de esquí mientras cientos de miles de franceses protestaban en las calles de toda Francia por las dificultades que tienen para llegar a fin de mes. Esta imagen habría ayudado a consolidar la etiqueta de presidente de los ricos que le han puesto sus detractores.Tampoco han podido pasar un fin de semana en Le Touquet, la localidad del norte de Francia donde la pareja presidencial tiene una casa. Los Macron no pueden acceder de momento a su residencia porque la policía considera que puede ser peligroso. Los chalecos amarillos han organizado varias protestas delante de su casa denunciando su lujoso tren de vida y la policía se ha visto obligada a utilizar gases lacrimógenos para dispersarles. La pareja presidencial ha tenido que decir adiós a las salidas al cine, a cenar discretamente en un restaurante parisino o a los largos fines de semana en la residencia de La Lanterne en Versalles, un palacete con piscina y pista de tenis en las afueras de París del que disponen los mandatarios franceses para descansar. Brigitte Macron también ha renunciado a sus salidas por las calles de París, acompañada de dos discretos guardaespaldas, para ir a comprar el pan, hacer algunas compras o mantener contacto con los ciudadanos franceses. El Ministerio del Interior francés teme que la primera dama pueda ser agredida.En una de las pocas ocasiones que Brigitte salió del Elíseo para visitar, el 23 de diciembre, el mercado de Navidad de las Tullerías, le llovieron las críticas por posar en una foto con el controvertido empresario Marcel Campion, denunciado tras realizar unas declaraciones homófobas. No era una visita oficial, sino privada. Si su marido se ha convertido en blanco de la ira de los chalecos amarillos -los gritos de «Macron, dimisión» e insultos en las protestas de los sábados son habituales e incluso han llegado a guillotinar al presidente en una manifestación-, la primera dama de Francia es una víctima colateral de las protestas.Algunos de los chalecos amarillos comparan a Brigitte con la reina consorte María Antonieta que vive encerrada en una burbuja. Ha recibido numerosos insultos sexistas en las protestas. Y en las redes sociales han circulado rumores falsos sobre su salario como primera dama. La reforma del Palacio del Elíseo, el encargo de una nueva vajilla y la ropa cara que viste Brigitte no ayudan a acercar a la primera dama a sus conciudadanos en unos momentos de gran tensión en la calle. Esta semana hemos visto a Brigitte repetir vestido para recibir junto a Macron en el Elíseo al primer ministro de Quebec, François Legault, y su esposa. La primera dama francesa recicló un elegante vestido azul verdoso de Louis Vuitton, que ya se había puesto en noviembre.Su familia, amenazadaPero Brigitte no sólo ha tenido que soportar sus insultos y los de su marido, sino que su familia también se ha visto afectada. Jean-Alexandre Trogneux, sobrino de Brigitte Macron y propietario de la chocolatería Jean-Trogneux en Amiens, ha recibido insultos y amenazas de los chalecos amarillos, al igual que sus trabajadores. Esta chocolatería ha estado en la familia durante cinco generaciones.La primera dama ya fue blanco de insultos y vulgaridades cuando conoció a Macron. Un momento muy doloroso en su vida. El presidente y Brigitte se conocieron en Amiens cuando ella era profesora de teatro y él, su alumno adolescente. Ella tenía 39 años y estaba casada. Él tenía 15 e iba a la misma clase que su hija Laurence. Muchos no entendieron su historia de amor. Se casaron en octubre de 2007.Los Macron confían en que el gran debate nacional lanzado este mes por el presidente para responder a esta crisis social apacigüe los ánimos en Francia y calme a los chalecos amarillos. La prensa del corazón también echa de menos a la primera dama de Francia.
Fuente: El Mundo