Espero que un día pueda escribir “alcalde de Til Til presentó el proyecto de un nuevo parque de 75 hectáreas que contará con senderos, miradores, lagunas, anfiteatros y un restaurante” y que no haya sido un error de tipeo.
El alcalde de Lo Barnechea fue detenido hace unos días en medio de una manifestación realizada por vecinos que bloquearon calles para protestar por la instalación de un cuarto relleno sanitario en el sector. Perdón, me traspapelé, eso fue en la comuna de Til Til. En Lo Barnechea lo que pasó en estos mismos días fue que el alcalde presentó el proyecto de un nuevo parque de 75 hectáreas que contará con senderos, miradores, lagunas, anfiteatros y un restaurante.
Así de inequitativo es nuestro territorio.
Actualmente, Til Til cuenta con tres tranques de relave minero, tres plantas de tratamiento de residuos, tres rellenos sanitarios y cuatro plantas industriales (entre ellas una de producción de cerdos). Estas actividades generan múltiples perjuicios para sus vecinos, como contaminación de las aguas subterráneas, del aire con humos tóxicos y olores pestilentes, así como la atracción de insectos y moscas. El nuevo relleno sanitario sólo contribuirá a agravar esta dramática situación.
A medida que el país se desarrolla, no obstante, instalaciones molestas como estas o infraestructura de gran escala como centrales de energía seguirán instalándose a lo largo del país. Hasta ahora, la decisión de dónde localizarlas se ha hecho caso a caso. Como resultado, se han creado “zonas de sacrificio” como Til Til, pero también como Ventanas, Huasco o Mejillones.
En Espacio Público hemos planteado la necesidad de avanzar hacia un esquema de ordenamiento territorial que aborde este tema con una visión integral. Esto no significa planificación centralizada, sino más bien la definición de reglas que busquen articular los intereses y preocupaciones de todos los actores, tanto a nivel local, regional y nacional.
Suena mucho más fácil de lo que es en la práctica, dada la complejidad para alcanzar consensos de este tipo. Pero lo cierto es que de a poco se ha ido avanzando en algunos Planes Regionales de Ordenamiento Territorial (PROT) a lo largo del país, dando cuenta es que posible hacerlo. Por cierto, estos instrumentos deben pasar a ser vinculantes para que realmente cobren fuerza.
Al asumir este desafío es clave tomarse muy en serio la participación ciudadana. De nada servirán estos planes si no son generados en procesos legitimados por los distintos actores. Para aquello hemos planteado la necesidad de crear una nueva institucionalidad que genere los espacios necesarios para que comunidades, empresas y Estado puedan deliberar y llegar a acuerdos amplios sobre la visión y el uso del territorio nacional. Esto se podría canalizar a través de una Oficina Nacional de Diálogo y Participación que, además, debería elaborar protocolos, guías y estándares para una participación incidente, inclusiva y equitativa.
El otro elemento clave es justamente la equidad territorial. Si el título de esta columna suena casi surrealista es porque hemos naturalizado unos niveles groseros de inequidad en muchos sentidos y, por cierto, pero en lo territorial. Es fundamental que los proyectos que nadie quiere en su patio trasero, como los que antes describimos, queden mejor distribuidos en estos planes, pero así también aquellos proyectos que todos queremos cerca de nuestras casas. Espero que un día pueda escribir “alcalde de Til Til presentó el proyecto de un nuevo parque de 75 hectáreas que contará con senderos, miradores, lagunas, anfiteatros y un restaurante” y que no haya sido un error de tipeo.
Guillermo Gonzalez
Director Ejecutivo ONG Espacio Publico