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OPERACIÓN BEA SÁNCHEZ

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La periodista, locutora radial y rostro televisivo Beatriz Sánchez ha aceptado la invitación que le hicieran los niños índigo de la política chilena –Giorgio Jackson y Gabriel Boric- en el sentido de evaluar una candidatura presidencial bajo los colores del llamado Frente Amplio. Su fichaje es un golazo en términos políticos. La Bea –como le llaman- es una figura interesante por varias razones.

En primer lugar, porque ya goza de ciertos niveles de reconocimiento a nivel nacional. Es decir, no hay que invertir muchos recursos en hacerla conocida, como habría ocurrido en el caso de otras figuras en la mira del Frente Amplio. En segundo lugar, porque –sabemos- las personas que dan las noticias gozan de especial credibilidad, el atributo más valioso del momento. Beatriz Sánchez se aprovecha en ese sentido del mismo fenómeno que catapultó a su colega Alejandro Guillier –con quien compartió pantalla en La Red. En tercer lugar, porque es mujer, lo que contribuye a la diversidad en una elección presidencial donde los dos favoritos son hombres. En cuarto lugar, porque es una cara fresca y descontaminada ante los ojos de la opinión pública –lo que no puede decir el senador Alejandro Navarro, por ejemplo, que también acaba de manifestar su intención de representar al Frente Amplio en la presidencial. En quinto lugar, porque aunque tiene un discurso fuertemente crítico no pierde el encanto, como le suele ocurrir a otras figuras en el mundo de la izquierda reivindicacionista. Su talón de Aquiles, según indican los críticos, es que abusa de la consigna y surfea en la ola en la indignación ciudadana, pero no tendría una comprensión compleja de los desafíos técnicos y normativos que enfrenta el país.

Por de pronto, su entrada a la carrera es una mala noticia para Guillier. Representan algo parecido para el común de los mortales y a la Nueva Mayoría no le conviene esa percepción de simetría. También es un balde de agua fría para Alberto Mayol, que si bien celebró su incorporación a la competencia interna, entiende que será difícil ganarle la primaria a la candidata de Jackson y Boric. Pero es una buena noticia para las aspiraciones electorales del Frente Amplio. Haciendo una buena campaña, la izquierda debiera superar el umbral de sus tradicionalmente escuálidas performances presidenciales y apuntar a transformarse en una tercera fuerza en serio. Ello implica apostar al 15% de los votos como base.