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Macron reconoce que los ‘chalecos amarillos’ le han ayudado a gobernar

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Emmanuel Macron cree haber sacado una lección positiva de la revuelta de los chalecos amarillos : debe escuchar más a los ciudadanos y buscar su complicidad para reformar Francia. Eso ha dicho el titular del Elíseo en unas declaraciones a la revista estadounidense Time , que le dedica la portada de su último número y un artículo –bastante amable– de ocho páginas en su interior.

A pesar de la actitud positiva del presidente francés ante el mayor desafío sufrido desde que llegó al poder, tanto él como su Gobierno tienen motivos para seguir estando muy inquietos. Hoy se anuncian varias manifestaciones en París con mucho potencial de violencia. Los chalecos amarillos quieren volver a la capital –el llamado Acto 45 desde que nació el movimiento, en noviembre del año pasado–, y también han anunciado su presencia, en las redes sociales, los temidos black blocs , los militantes antisistema y violentos. La confluencia de estos colectivos y de manifestantes sindicalistas –contra la reforma de las pensiones– y ecologistas –contra el cambio climático– obliga a un despliegue policial muy aparatoso, con 7.500 agentes movilizados, zonas acordonadas y comercios cerrados.

Time ha escogido para la portada una foto de Macron apoyándose al borde de una butaca y arremangándose la camisa, la imagen de un líder en dificultades, pero combativo y dispuesto hacer un reset a su presidencia. Para el semanario norteamericano, Macron está “en el ojo de la tormenta”. En noviembre del 2017, Time ya le dedicó su cover story , presentándole como “el próximo líder de Europa, siempre que pueda liderar Francia”.

Esta predicción fue bastante acertada. Aunque el presidente francés ha mostrado dotes de liderazgo internacionales y ha tratado de llenar el vacío dejado por una Angela Merkel debilitada, una Gran Bretaña absorbida por el Brexit y unos Estados Unidos con la brújula errática de Trump, Macron tiene muchos problemas para llevar adelante la agenda interna.

En la entrevista hace una confesión algo chocante: “En cierto modo, los chalecos amarillos fueron muy buenos para mí porque me recordaron quién debía ser”. “Mi desafío es escuchar a la gente mucho mejor de lo que hice al principio”, admite, al tiempo que avanza su propósito de cambiar de método porque “no es sólo reformar para el país sino con el país”.

Macron desvela que, para relajarse, lee una o dos horas al día, hace deporte (boxeo con sus guardaespaldas) y, de vez en cuando, canta en karaoke canciones de viejos mitos ya desaparecidos como Charles Aznavour y Johnny Hallyday. El líder francés reflexiona sobre su futuro cuando deje el Elíseo y es muy claro al expresar sus planes. “Escribiré”, afirma. “Amo la familia, los amigos, los libros –agrega–. No tendré problema en estar solo y tranquilo”.

Antes de que llegue esa plácida, y aún muy lejana, jubilación que imagina Macron, el presidente debe superar todavía numerosos obstáculos. El mantenimiento del orden público en días como hoy no es una tarea nada fácil, más aún cuando coincide con las jornadas europeas del patrimonio, y diversos edificios públicos, incluido el Elíseo y el Parlamento, estarán abiertos a los visitantes que se hayan registrado previamente. Se han hecho algunas excepciones preventivas, como el Arco del Triunfo y los ministerios de Agricultura y de Educación, que permanecerán cerrados. El prefecto de policía de París, Didier Lallement, anunció que el dispositivo será idéntico al del Primero de Mayo, una fiesta que suele degenerar en incidentes, con tanquetas policiales en las calles, cañones de agua y dotaciones de bomberos preparadas para actuar ante la quema de vehículos y de mobiliario urbano.

Fuente: La Vanguardia