En Chile, durante el siglo XIX la fisiología y constitución de grupos políticos y no partidos políticos alcanzo una robustecida convocatoria. Tal fue la generación de liberales que se congregaron y comprometieron en una cofradía llamada la “Sociedad de la Igualdad” cuya influencia política se comprende entre 1861 finalizando con la cruenta guerra civil de 1891.
Los liberales de la “Sociedad de la Igualdad” se caracterizaban por estar constituidos en disímiles posiciones, y a principios del siglo XX desaparecieron y aparecieron en partidos políticos disueltos por que cada integrante decidió seguir sus propios intereses.
La historiografía señala que el Partido Liberal fue creado por hombres que asimilaron y se instruyeron bajo la doctrina de los que fueron los jóvenes pipiolos. Aquel grupo político, contrarios a las ideas autoritarias de Diego Portales quien lideraba a los pelucones, se opusieron a la autoridad e incluso a sus propios padres. Los pipiolos, exaltaban la separación de poderes y libertades públicas, como también ser lícito el derecho a comerciar cualquier tipo de bienes y productos. Aclamaban por el estado docente, la libertad de prensa, la libertad de circulación de libros, la libertad electoral, la abolición del mayorazgo y los privilegios sacerdotales. En cuestión teológica aspiraban a la separación de la relación Iglesia y Estado.
A partir de 1850 los primeros liberales encaminaron sus ideas al servicio de la libertad y el desarrollo individual. Entre una gran gama de participantes, hay que mencionar a Santiago Arcos, Francisco Bilbao, José Victorino Lastarria, Manuel Recabaren, Juan Bello, Rafael Vial, Domingo Santa María, Marcial González, Miguel Luis y Víctor Amunátegui, Pedro Ugarte, Manuel Bilbao, Francisco Marín, José Ignacio Víctor Eyzaguirre, Francisco de Paula Taforó, Bartolomé Mitre, José Santos Lira, Pedro Francisco Lira, Justo Arteaga, Álvaro Covarrubias, Salvador Sanfuentes, Cristóbal Valdés y José Antonio Alemparte.
Asimismo hay que destacar la participación de los que estuvieron ligados a la “Sociedad de la Igualdad” y a las agitaciones y rebeliones de 1850-1851; José Zapiola, Federico Errázuriz, Fernando Urízar, Eusebio Lillo, Benjamín Vicuña Mackenna, Manuel Guerrero, Francisco Prado, Pedro Félix Vicuña, Vicente Sanfuentes, Manuel Beauchef, Pedro Nolasco Luco, José Santiago Luco, Luis Vargas, Vicente Larraín Aguirre, Bruno Larraín, Luis Ovalle, Rafael Garfias, Paulino del Barrio, Joaquín Lazo, Félix y Juan Mackenna, José Miguel Carrera Fontecilla, Santiago Pérez Larraín, Ramón Tagle Echeverría, José del Carmen Stuardo, Vicente Aldunate. Muchos de estos hombres fueron importantes figuras políticas en el Chile de la segunda mitad del siglo XIX.
En 1857, aquellos oligarcas y nacientes jóvenes de clase media constituirían un grupo de extrema rebeldía. Este, a través del tiempo formaría el Partido Radical cuyo énfasis estaba dado en la sociabilidad política, y nutrían su espíritu a través de los principios filosóficos del liberalismo económico de Adam Smith.
Dichos principios señalan que la riqueza de las naciones radica en el trabajo, el capital y la propiedad privada. Estos ejes conjugados forman y establecen la diferencia entre una nación rica y una nación pobre independiente de la cantidad de recursos humanos y naturales que estas poseen, ya que apostan por una buena administración y una plena libertad de competencia comercial en los diferentes quehaceres humanos.
En definitiva para todo aquel que se identifique con el liberalismo tiene que comprender su historia y aquellas teorías que la fundamentan. Por tanto el liberalismo no se puede entender sin Adam Smith, ni tampoco sin John Locke. Un liberal debe estar consciente de la importancia del deber y del derecho que se tiene sobre la libertad.
Fuente: Héctor Cruzat – Historiador