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Ser Liberal

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El nueve de abril de 1948, entre las 1:05 y 1:35 de la tarde, tres proyectiles hacen impacto, dos disparos en la cabeza y uno en el pecho de Jorge Eliécer Gaitán, muere a eso de las 3:00 p. m., según relatan quienes fungen como historiadores. Un hombre que desmitificó el manejo del poder y la ingenuidad del servilismo a los partidos tradicionales y sus dirigentes, a muchos de quienes denunció por su contubernio en el manejo del poder y calificó como oligarquía y plutocracia bipartidista.

Se enfrentó a un fenómeno de corrupción —que denunció— por parte de los partidos existentes. Se enfrentó al interior del partido Liberal pidiendo respetar sus principios y enarbolar los ánimos de cambio que se sentían, dadas las noticias de transformación que llegaban del exterior. No fue ajeno al avance de las ciencias, entre ellas el derecho considerado así en aquella época.

Luego de pedir se terminara con la violencia, la búsqueda de la igualdad y la paz como metas, y las reivindicaciones populares, se convirtió en un faro moral para la época, esa que impedía se convocara a gentes de ambos partidos como sacrilegio, y arengo a los colombianos a estar de su lado sin importar banderas o colores, sino las ideas y argumentos.

Proclamó que los de arriba pueden tener menos y los de abajo un poco más. Fueron tiempos difíciles para el accionar político, que luego en la década de los setenta asienta la doctrina liberal sobre la base de la justicia social y la redistribución del ingreso como principios. Principios que hoy son de todas las doctrinas cobijados bajo la necesidad de respetar la dignidad humana, pero que el liberalismo debe avanzar más allá del capitalismo social, ahora con el respeto al medio ambiente.

Ser liberal es pensar en todos los habitantes de esta tierra y en ella misma. Es buscar la equidad, la igualdad de oportunidades, respeto por el otro y sus ideas, es entender que de lo que nos tenemos que defender es del corporativismo que no respeta fronteras, ni creencias, ni culturas y solo tiene claros sus intereses. En medio de esta ilegitimidad, debe ser objetivo combatir la tiranía.

Mucho daño han hecho dirigentes y organizaciones al interior de los partidos que los tienen en la picota pública. Que han dejado como proscritos los partidos. A quienes participan del liberalismo parece les avergonzara hoy su organización, pero la mayoría es gente buena, de buenas costumbres, convencida de la necesidad de un mejor estar para todos. Lo que debe hacer es recordar su filosofía y su historia, irrumpir con orgullo para enarbolar sus banderas y demostrar que son pocos los felones y más los buenos militantes.

Como lo dice el himno y la historia, “ser liberal es un honor que cuesta”, tenemos muchos ejemplos, pero en los tiempos que corren ningún líder puede pensar en gobernar para un solo partido o movimiento, pero el liberalismo si merece tener sus candidatos.

Fuente: La Crónica