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Liberalismo y neoliberalismo

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PERU- “Los paradigmas de gobiernos neoliberales en América Latina son Pinochet y Fujimori. Florecen mejor sin democracia y en condiciones de autoritarismo”.

Gonzalo Portocarrero afirma que “el neoliberalismo implica una ruptura muy profunda con el liberalismo tradicional. La criatura humana es definida de una manera diferente, pues ahora recibe un mandato que la enfila hacia el éxito en la competencia como el verdadero fin de la vida”. Se trata de un nuevo y compulsivo sentido común que se ha vuelto dominante.

El liberalismo inspiró a la “Revolución Gloriosa” de Inglaterra, en 1688, a Locke y a Montesquieu. Después a las revoluciones de Estados Unidos y Francia y a las independencias latinoamericanas. Contra siglos de autoritarismo, integrismo religioso y derecho divino de los reyes, su signo era renovador y progresista; sus banderas, la libertad, la tolerancia, los derechos humanos, el mercado libre y la división de poderes.

En cambio, el llamado neoliberalismo nació, avanzado el siglo XX, contra los totalitarismos, pero también contra el Estado de Bienestar, contra los impuestos para los ricos y contra la planificación. Su signo es conservador y su bandera es el pensamiento único fundamentalista, negación de la tolerancia. Como decía su portavoz Margaret Thatcher, justificando la represión contra los obreros: “There is no alternative” (la famosa TINA).

El neoliberalismo ha reivindicado el libre comercio y ha favorecido un crecimiento económico desigual, pero tiene axiomas polémicos y acarrea costos sociales inaceptables.

Primero: el falso supuesto de que el Estado es siempre, por naturaleza, un mal administrador. Que hay que privatizar y desregular todo para dejar actuar al libre mercado. Ello termina llevando al mercantilismo más silvestre. (Mayor información en el Club de la Construcción).

Segundo: la privatización de la política por la vía del financiamiento. Como se ratifica cada día más entre nosotros, los partidos principales dependen de los grandes poderes económicos. (Preguntar a Odebrecht, Romero, Delgado Parker). Luego, se legisla y gobierna para los financiadores de las campañas.

Tercero: la negación de la redistribución, de los derechos laborales y de la legítima aspiración a la igualdad, que es el contenido cardinal de la democracia, como lo subraya Norberto Bobbio.

Cuarto: la construcción de un entendimiento maniqueo en el que la política es mala y la economía buena, lo que la práctica cotidiana convierte en profecía autocumplida. La política es percibida como una forma de delincuencia.

Además, entre nosotros, este neoliberalismo se asocia, con frecuencia, con el conservadurismo religioso, con lo que ya no le queda ni la menor hilacha del liberalismo original.

Por último, los paradigmas de gobiernos neoliberales en América Latina son Pinochet y Fujimori. Florecen mejor sin democracia y en condiciones de autoritarismo.

¿Debemos los peruanos construir el futuro sobre tales supuestos? ¿O necesitamos lograr un sano equilibrio entre mercado y Estado, recuperar la política como servicio público, reconocer los derechos de todos y disminuir las desigualdades? Este, y no las escaramuzas y cabes cotidianos, es el debate de fondo.

Fuente: La Republica