El presidente celebró dos sesiones de trabajo, públicas, con más de mil alcaldes de dos grandes regiones para discutir sobre los temas de fondo de su gran debate nacional
Estimulado por una inesperada mejora de su popularidad, muy baja, todavía, Emmanuel Macron ha decidido lanzar una «operación reconquista» en la mejor tradición de los generales bonapartistas: a caballo, sable en ristre, a paso de carga.
Operación nacional e internacional, iniciando veladamente la campaña de las elecciones europeas del mes de mayo que viene.
La semana pasada, el presidente de la República celebró dos sesiones de trabajo, públicas, con más de mil alcaldes de dos grandes regiones (Bretaña y Occitania), para discutir sobre los temas de fondo de su gran debate nacional: fiscalidad, reforma del Estado, etcétera.
Se trataba de una primicia: un jefe de Estado francés preguntando, escuchando y discutiendo en público con centenares de alcaldes de ciudades medianas y pequeñas, para intentar desactivar la crisis nacional de la franquicia de los chalecos amarillos, siempre en inflamable pie de guerra.
La tarde del lunes, Macron recibió a los dirigentes de más de ciento cincuenta grandes empresas internacionales en el Palacio de Versalles, antigua residencia real, para intentar convencerlos de invertir en Francia, a pesar de la crisis de los chalecos amarillos. Soterradamente, el presidente estima que el Brexit puede ser una «oportunidad» para Francia, si algunas grandes multinacionales llegan a convencerse del dinamismo nacional.
El martes, Macron viajará a Aquisgrán para firmar con Angela Merkel un nuevo tratado de cooperación e integración franco alemán, criticado, antes de su firma, por su aparentemente falta de ambición. La canciller de Alemania y el presidente de Francia inician veladamente la campaña de las próximas elecciones europeas desde bandos enfrentados, pero ambos insisten en defender una cooperación bilateral concebida como «matriz» de una UE dividida por muchos problemas de fondo, comenzando por la inmigración.
Dos meses después del estallido de la crisis de los chalecos amarillos, Francia está empantanada, pero su presidente ha visto una estrella luminosa: ha ganado 7 puntos en los sondeos.
A finales de diciembre, Macron apenas contaba con un 23% de opiniones positivas. Según el último sondeo de París, el presidente de la República tiene hoy un 30% de opiniones positivas.
Entre un 65 y un 70% de los franceses todavía tienen mala opinión de su presidente. Desde la óptica presidencial, ganar 7 puntos en plena crisis de chalecos amarillos tiene algo de «heroico» y «estimulante». De ahí la operación «reconquista» y el gran debate nacional. Macron promete nuevas reuniones multitudinarias con centenares de alcaldes, esperando confirmar la anhelada mejora en los sondeos de opinión. Veremos.
Fuente: ABC.es