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Albert Macron Trudeau

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A Ciudadanos le están haciendo una película para Netflix. Como la de Macron. «¿La has visto? Está muy bien», le comentaba Albert Rivera a Manuel Valls, que se acodaba junto a él en la barra del bar del Teatro Goya. El ex primer ministro asentía. «Sí, es interesante». El político francés ha estado en Cataluña haciendo campaña con los partidos del que algunos llaman con excesiva ligereza y generosidad «bloque constitucionalista». Ayer, sin embargo, dio su apoyo explícito a Ciudadanos.

Valls no parecía en exceso preocupado por la victoria de los nacionalistas en las últimas elecciones regionales en Córcega. «¿Entonces les van dar un estatuto nuevo?», preguntó Rivera. Valls explicó que la Constitución francesa hacía prácticamente imposible las reivindicaciones corsas. «Ni siquiera la cooficialidad del idioma». Entonces se pusieron a hablar del grado de descentralización que había en España; de lo conseguido en los últimos 40 años. [«Recuerdo haber ido al Olympia de París para ver a Llach. Entonces ya decía que en España mandaba un franquista. ¡Adolfo Suárez!»] Y, sobre todo, de lo que podría pasar si Arrimadas lograra ser presidenta. Ella misma lo explicó. «Lo primero que haría sería encargar una súper auditoría para ver en qué se han gastado el dinero todo el año». Poco después le contaría a Valls lo europea que se había sentido cuando hizo su Erasmus en Niza.

La cámara lo grababa todo.

Mientras, alrededor de 600 personas abarrotaban el patio de butacas. Había ex votantes del PSOE, del PP… y jóvenes que solo habían votado Ciudadanos. La formación naranja parece haber escamoteado la ilusión a los nacionalistas. En cada uno de sus mítines se respira esa esperanza «por un país mejor» de la que, hasta la manifestación del 8 de octubre en Barcelona, se había apropiado el independentismo. Aunque en términos muy diferentes, claro. Ahora se trata de construir una España mejor. De ser europeos.

«Las cosas han cambiado. Al mitin de Gerona vinieron casi 1.500 personas. Eso era casi impensable antes. La gente se ha quitado la careta. Ya no tiene miedo», se explayaba Arrimadas. ¿A qué se debe el subidón de Ciudadanos? «A la incomparecencia de otros partidos (no dijo nada pero se refería el PP). Hace unos días estuve en Bruselas y me sorprendió saber que hasta hace poco la única versión que se conocía era la del independentismo».

Mario Vargas Llosa había salido en tren desde Madrid a las ocho de la mañana. «Para mí es muy importante estar aquí porque quiero a Barcelona y me duele que Cataluña haya caído en ese sentimiento tribal que es el nacionalismo», dijo el miembro de Libres e Iguales citando a Popper. Ya en el escenario, los cuatro miembros criticaron el discurso identitario y nacionalista que amenaza la Unión Europea, por la que tanto desapego siente ahora el separatismo catalán. «En la noche electoral sonará el Himno de la Alegría», cerró Albert Rivera.

Hace unos meses, Carrère hizo un perfil a su tocayo Macron. Escribió que era un tipo extraño. Que no «sudaba».

Rivera sí transpira, pero ya se ha puesto calcetines de Justin Trudeau.