El vértigo de una campaña electoral que abarca un territorio muy complejo y extendido como es la V Región, impide profundizar en las ideas que comunicamos tal como quisiéramos.
Hay muy poco tiempo para llevar las cosas a su esencia y explayarse, por lo que resulta imperioso recurrir a la confianza y conocimiento de los electores sobre mi compromiso de vida con la política y con nuestra región.
Sin embargo estoy convencida que hay que hacer un esfuerzo y dejar testimonio de lo que está ocurriendo en el país, que en medio de lo electoral pudiera pasar desapercibido, y aprovechar esta columna como una buena oportunidad para expresarlo.
Lo primero que deseo señalar es que esta circunscripción extendida que aspiro a representar el próximo período como senadora, es un resumen de lo que es el país a lo largo de su territorio.
Con excepción de lo que ocurre en sus extremos, la Patagonia o el desierto, la V Región resume lo que es el país es en su generalidad, con sus complejidades, problemas, aciertos y oportunidades.
La Región de Valparaíso tiene puertos y mar industrial, pero también caletas pesqueras y es la esencia del litoral central en materia de ciudades.
Me he hecho cargo del hastío de la gente, me he hecho cargo de escuchar, de gestionar, de fiscalizar, no siendo ésta última, una de mis atribuciones como Senadora, pero durante mi trayectoria política he velado por ustedes y con manos limpias dar la pelea para que la corrupción, la droga y la delincuencia se erradiquen de nuestra región y de nuestro país.
Tiene un desarrollo minero creciente en el que por la riqueza de la ley de los minerales están desplazando la actividad minera por el pie cordillerano hacia el sur, con todo lo que ello implica de complejidad para que no colisiones con las otras actividades. Existe una significativa agricultura, con desarrollo de excelencia en viticultura, e innovadores en aceites finos y frutas de exportación. Tiene glaciares y enormes bellezas turísticas en sus paisajes interiores y del litoral, pero marcados déficits de agua y problemas ambientales que se han arrastrado por años y que he defendido incansablemente, como ocurre lamentablemente en Quintero y Puchuncaví.
También, como el resto del país, experimenta sus mismos déficits en materia de trabajo, educación o salud y éste último ítem, como lo he dicho en innumerables ocasiones, los hospitales que ya debieran estar en el fin de su construcción en nuestra región, por una razón netamente ideológica, algunos recién se han comenzado a construir y otros siguen en proceso de licitación.
Cómo hacer para que a partir de esta elección, compleja en la arquitectura de la representación política, lo regional se pueda componer en un gobierno local ágil y verdaderamente regional y en una representación parlamentaria adecuada para dar forma a una arena política que fortalezca nuestra sociedad civil, que permita y potencie el debate, y que proyecte a la región ante el poder central con una fuerza política endógena, que mire y equilibre su demanda de crecimiento y desarrollo.
No es algo simple, pero creo necesitaremos de todas nuestras fuerzas para construir la nueva gobernabilidad que el país requiere.
Estoy convencida que el mejor Presidente para el Chile de los próximos años se llama Sebastián Piñera, y por eso mi apoyo incondicional a su candidatura. Ese convencimiento nace, en primer lugar, de pensar que es el único que puede empujar con carácter la tarea señalada. Pero también de conjugar valores y perspectivas acerca de los desafíos que como país tenemos, con cariño por la gente, innovación, respeto por la diversidad y capacidad de emprendimiento. Eso es lo que veo en él, y creo que nadie en el centro derecha interpreta hoy mejor que él, ese sentido de libertad, innovación y empuje que el país necesita.
Si tomé la opción de dar esta lucha senatorial fuera de un partido tradicional es porque decidí emprender un camino donde la política tenga conexión con la actualidad, cercana a la gente, mirando a los ojos, porque creo en la libertad individual, creo en el poder de decisión y lo que nos hace libre y empoderados para vivir con derechos y deberes. Durante este tiempo he comprobado que estoy acompañada de miles de personas, de corazones valientes que apoyan lo que deseo mejorar en nuestra región.
Me he hecho cargo del hastío de la gente, me he hecho cargo de escuchar, de gestionar, de fiscalizar, no siendo ésta última, una de mis atribuciones como Senadora, pero durante mi trayectoria política he velado por ustedes y con manos limpias dar la pelea para que la corrupción, la droga y la delincuencia se erradiquen de nuestra región y de nuestro país.
La fe, el respeto y diálogo sincero no son palabras ecuménicas que yo acoja como tales, como una acólita de cualquier creencia. Soy una mujer convencida que para que una comunidad política pueda vivir decentemente y representarse con dignidad, debe actuar con lealtad, franqueza y sin cálculos mezquinos. Es lo que el país espera de nosotros, de sus dirigentes políticos y la razón por la cual quiero seguir representándolos.
Por: Lily Perez
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El vértigo de una campaña electoral que abarca un territorio muy complejo y extendido como es la V Región, impide profundizar en las ideas que comunicamos tal como quisiéramos.
Hay muy poco tiempo para llevar las cosas a su esencia y explayarse, por lo que resulta imperioso recurrir a la confianza y conocimiento de los electores sobre mi compromiso de vida con la política y con nuestra región.
Sin embargo estoy convencida que hay que hacer un esfuerzo y dejar testimonio de lo que está ocurriendo en el país, que en medio de lo electoral pudiera pasar desapercibido, y aprovechar esta columna como una buena oportunidad para expresarlo.
Lo primero que deseo señalar es que esta circunscripción extendida que aspiro a representar el próximo período como senadora, es un resumen de lo que es el país a lo largo de su territorio.
Con excepción de lo que ocurre en sus extremos, la Patagonia o el desierto, la V Región resume lo que es el país es en su generalidad, con sus complejidades, problemas, aciertos y oportunidades.
La Región de Valparaíso tiene puertos y mar industrial, pero también caletas pesqueras y es la esencia del litoral central en materia de ciudades.
Me he hecho cargo del hastío de la gente, me he hecho cargo de escuchar, de gestionar, de fiscalizar, no siendo ésta última, una de mis atribuciones como Senadora, pero durante mi trayectoria política he velado por ustedes y con manos limpias dar la pelea para que la corrupción, la droga y la delincuencia se erradiquen de nuestra región y de nuestro país.
Tiene un desarrollo minero creciente en el que por la riqueza de la ley de los minerales están desplazando la actividad minera por el pie cordillerano hacia el sur, con todo lo que ello implica de complejidad para que no colisiones con las otras actividades. Existe una significativa agricultura, con desarrollo de excelencia en viticultura, e innovadores en aceites finos y frutas de exportación. Tiene glaciares y enormes bellezas turísticas en sus paisajes interiores y del litoral, pero marcados déficits de agua y problemas ambientales que se han arrastrado por años y que he defendido incansablemente, como ocurre lamentablemente en Quintero y Puchuncaví.
También, como el resto del país, experimenta sus mismos déficits en materia de trabajo, educación o salud y éste último ítem, como lo he dicho en innumerables ocasiones, los hospitales que ya debieran estar en el fin de su construcción en nuestra región, por una razón netamente ideológica, algunos recién se han comenzado a construir y otros siguen en proceso de licitación.
Cómo hacer para que a partir de esta elección, compleja en la arquitectura de la representación política, lo regional se pueda componer en un gobierno local ágil y verdaderamente regional y en una representación parlamentaria adecuada para dar forma a una arena política que fortalezca nuestra sociedad civil, que permita y potencie el debate, y que proyecte a la región ante el poder central con una fuerza política endógena, que mire y equilibre su demanda de crecimiento y desarrollo.
No es algo simple, pero creo necesitaremos de todas nuestras fuerzas para construir la nueva gobernabilidad que el país requiere.
Estoy convencida que el mejor Presidente para el Chile de los próximos años se llama Sebastián Piñera, y por eso mi apoyo incondicional a su candidatura. Ese convencimiento nace, en primer lugar, de pensar que es el único que puede empujar con carácter la tarea señalada. Pero también de conjugar valores y perspectivas acerca de los desafíos que como país tenemos, con cariño por la gente, innovación, respeto por la diversidad y capacidad de emprendimiento. Eso es lo que veo en él, y creo que nadie en el centro derecha interpreta hoy mejor que él, ese sentido de libertad, innovación y empuje que el país necesita.
Si tomé la opción de dar esta lucha senatorial fuera de un partido tradicional es porque decidí emprender un camino donde la política tenga conexión con la actualidad, cercana a la gente, mirando a los ojos, porque creo en la libertad individual, creo en el poder de decisión y lo que nos hace libre y empoderados para vivir con derechos y deberes. Durante este tiempo he comprobado que estoy acompañada de miles de personas, de corazones valientes que apoyan lo que deseo mejorar en nuestra región.
Me he hecho cargo del hastío de la gente, me he hecho cargo de escuchar, de gestionar, de fiscalizar, no siendo ésta última, una de mis atribuciones como Senadora, pero durante mi trayectoria política he velado por ustedes y con manos limpias dar la pelea para que la corrupción, la droga y la delincuencia se erradiquen de nuestra región y de nuestro país.
La fe, el respeto y diálogo sincero no son palabras ecuménicas que yo acoja como tales, como una acólita de cualquier creencia. Soy una mujer convencida que para que una comunidad política pueda vivir decentemente y representarse con dignidad, debe actuar con lealtad, franqueza y sin cálculos mezquinos. Es lo que el país espera de nosotros, de sus dirigentes políticos y la razón por la cual quiero seguir representándolos.